martes, 13 de enero de 2015

Carta de un estudiante de Arquitectura. Via Stepien & Barno

Parece que no soy el unico que piensa que proyectos deberia modernizarse. 

http://www.stepienybarno.es/blog/2012/11/04/carta-de-un-estudiante-de-arquitectura/
Soy estudiante de arquitectura, un estudiante sin nombre, porque, aquí y ahora, cómo me llamo no es importante. Creo que mis palabras representan a muchos estudiantes de arquitectura y eso sí que es  más importante. Para más datos, estoy en tercero y, tengo que reconocer que, el bicho de la arquitectura ya se ha apoderado de mí.
Hoy, hemos recibido el enunciado de un nuevo proyecto.  Y ¿de qué se trata? Pues de realizar un museo de arte contemporáneo. Sí, como lo oís. ¿Un museo?! El mismo enunciado que hace 10 años y que hace 20… triste ¿no? Los tiempos cambian, la crisis pone patas arriba el sistema y a la arquitectura (y los arquitectos) la deja temblando, pero, en la asignatura de proyectos, seguimos pensando en museos.
Como digo son ya tres años de carrera y gracias a ellos he empezado a saborear la esencia de la arquitectura; veo el mundo distinto y, para mal o para bien, el mundo me ve distinto a mí. La mayoría de los que leeréis esta carta seguramente seréis arquitectos y bien me comprendéis si os hablo de largas noches de entrega, de profesores con el ego desbocado, de los planes que realizan mis amigos de otras facultades y que, ya, ni se molestan en contarme. Pero no quiero hablar de ello; hoy quiero quejarme. Sí ¡leches! quejarme por la desconexión de la escuela con la realidad. La universidad es como un inmenso elefante, cuyos movimientos son lentos, lentísimos, y  no se recicla de ninguna manera. Algunos diréis que la universidad no tiene que estar a expensas del “mercado”, pero esto ya se pasa de castaño oscuro.
También es cierto que, dentro de ella, tenemos la suerte de tener profesores, sobre todo jóvenes, que nos tratan con respeto y que nos ilusionan con sus asignaturas. Éstos, por lo que nos cuentan, tienen un pie dentro y otro fuera; están pendientes de rollos de certificaciones académicas y no sé que historias. De esta forma, no son los mejores profesores los que tienen el puesto asegurado; sorprendentemente, por lo menos para mí, son los que peor lo hacen ¡De locos! Éstos últimos viven en su torre marfil, inmunes a la realidad y a la crisis, pensando que todo puede seguir siendo como fue.
Muchos dicen que sobran escuelas de arquitectura y seguro que no les falta razón. Pero también es cierto que los que estamos dentro queremos tener opciones de ser arquitectos. Ya es tarde para echarme atrás, esto me gusta, y mucho. Sé que no hay trabajo, que la sociedad nos ve como nos ve, pero a mi nadie me puede impedir querer se arquitecto; es mi vida y lo va a ser para siempre. Quizás, peque de ingenuidad, pero es lo que toca con mi edad, pensar que puedo, que podemos, cambiar el mundo. La arquitectura es un servicio y yo soy un servidor. Algo más grande que yo está en marcha y quiero formar parte de ello.
Tal vez, muchos de vosotros dejasteis de soñar, pero no es justo que yo no tenga derecho a seguir soñando. Porque esta es, a pesar de todo, una carrera de sueños.  Sueños encontrados y sueños por encontrar. Un mundo mejor es posible y la arquitectura tiene mucho que decir en todo ello.
También es cierto que soy de otra generación; soy un nativo digital. A lo mejor a algunos os suena raro, pero es así. Esto no me preocupa, para mi es normal, es como ser rubio o moreno; lo que me preocupa es la brecha digital que existe. La gran mayoría de quienes toman las decisiones en esta escuela pasan olímpicamente de esta realidad. No les interesa entender que el mundo ha cambiado y que nosotros, los usuarios de estas aulas, nos merecemos unas clases adaptadas a la realidad.  Si me despierto tuiteando, me comunico desde Tuenti con mi gente, tengo un blog donde voy dando la murga con mis obsesiones y paranoias y pertenezco a más de 20 o 30, qué se yo, grupos de facebook; por qué mis profesores no hacen nada para que todo ello se integre en sus asignaturas. Bueno, para ser justos, algunos sí que hacen su esfuerzo y montan un blog de la asignatura; pero… hay tanto por hacer!!
Cuánta información disponible en la red que aumentaría mi conocimiento a un solo click de distancia. La red podría ser la extensión infinita de las limitadas pareces de mis clases. Existen miles de posibilidades de completar nuestra formación, por ejemplo, con una sencilla comunidad digital que nos ayudara a que los alumnos colaborásemos entre nosotros.
Con ello, no digo que lo más importante sea el entorno digital; nada de eso, sé perfectamente que la magia de la arquitectura se transmite cara a cara, y todavía mejor entregándome a las lecciones que la propia arquitectura, en vivo y en directo, nos brinda. Soy consciente de ello, pero hibridar ambos mundos es posible y además muy barato ¡perfecto para los tiempos de crisis!
Sin embargo, en vez de animarnos a colaborar entre nosotros, se siguen empeñando en enseñarnos a competir. Los codazos y los enchufes serán el pan nuestro de cada día en el “mundo real”, pero yo quiero un mundo más humano en el que las sinergias sean ese alimento de cada día. Tantas cosas… y seguro que pensareis tanta inocencia!!
Aun así, seguiré soñando con una escuela sin profesores subidos en la tarima, soltándonos chapas de dos horas sin descanso. Seguiré soñando con profesores que me hablen de los mejores blogs de arquitectura en vez, del Croquis y demás. Seguiré soñando con trabajar como arquitecto, sin tener que ser por fuerza un falso autónomo; si para ello tengo que irme a la China, pues, muy a mi pesar, me iré. Seguiré soñando con profesores que además de ser buenos arquitectos, sean buenos docentes y consignan ilusionarme hasta si me hablan de los límites de Atterberg!
Quizás sea mucho soñar, pero si no sueño muero.
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Soy estudiante de arquitectura, un estudiante sin nombre, porque, aquí y ahora, cómo me llamo no es importante. Creo que mis palabras representan a muchos estudiantes de arquitectura y eso sí que es  más importante. Para más datos, estoy en tercero y, tengo que reconocer que, el bicho de la arquitectura ya se ha apoderado de mí.
Hoy, hemos recibido el enunciado de un nuevo proyecto.  Y ¿de qué se trata? Pues de realizar un museo de arte contemporáneo. Sí, como lo oís. ¿Un museo?! El mismo enunciado que hace 10 años y que hace 20… triste ¿no? Los tiempos cambian, la crisis pone patas arriba el sistema y a la arquitectura (y los arquitectos) la deja temblando, pero, en la asignatura de proyectos, seguimos pensando en museos.
Como digo son ya tres años de carrera y gracias a ellos he empezado a saborear la esencia de la arquitectura; veo el mundo distinto y, para mal o para bien, el mundo me ve distinto a mí. La mayoría de los que leeréis esta carta seguramente seréis arquitectos y bien me comprendéis si os hablo de largas noches de entrega, de profesores con el ego desbocado, de los planes que realizan mis amigos de otras facultades y que, ya, ni se molestan en contarme. Pero no quiero hablar de ello; hoy quiero quejarme. Sí ¡leches! quejarme por la desconexión de la escuela con la realidad. La universidad es como un inmenso elefante, cuyos movimientos son lentos, lentísimos, y  no se recicla de ninguna manera. Algunos diréis que la universidad no tiene que estar a expensas del “mercado”, pero esto ya se pasa de castaño oscuro.
También es cierto que, dentro de ella, tenemos la suerte de tener profesores, sobre todo jóvenes, que nos tratan con respeto y que nos ilusionan con sus asignaturas. Éstos, por lo que nos cuentan, tienen un pie dentro y otro fuera; están pendientes de rollos de certificaciones académicas y no sé que historias. De esta forma, no son los mejores profesores los que tienen el puesto asegurado; sorprendentemente, por lo menos para mí, son los que peor lo hacen ¡De locos! Éstos últimos viven en su torre marfil, inmunes a la realidad y a la crisis, pensando que todo puede seguir siendo como fue.
Muchos dicen que sobran escuelas de arquitectura y seguro que no les falta razón. Pero también es cierto que los que estamos dentro queremos tener opciones de ser arquitectos. Ya es tarde para echarme atrás, esto me gusta, y mucho. Sé que no hay trabajo, que la sociedad nos ve como nos ve, pero a mi nadie me puede impedir querer se arquitecto; es mi vida y lo va a ser para siempre. Quizás, peque de ingenuidad, pero es lo que toca con mi edad, pensar que puedo, que podemos, cambiar el mundo. La arquitectura es un servicio y yo soy un servidor. Algo más grande que yo está en marcha y quiero formar parte de ello.
Tal vez, muchos de vosotros dejasteis de soñar, pero no es justo que yo no tenga derecho a seguir soñando. Porque esta es, a pesar de todo, una carrera de sueños.  Sueños encontrados y sueños por encontrar. Un mundo mejor es posible y la arquitectura tiene mucho que decir en todo ello.
También es cierto que soy de otra generación; soy un nativo digital. A lo mejor a algunos os suena raro, pero es así. Esto no me preocupa, para mi es normal, es como ser rubio o moreno; lo que me preocupa es la brecha digital que existe. La gran mayoría de quienes toman las decisiones en esta escuela pasan olímpicamente de esta realidad. No les interesa entender que el mundo ha cambiado y que nosotros, los usuarios de estas aulas, nos merecemos unas clases adaptadas a la realidad.  Si me despierto tuiteando, me comunico desde Tuenti con mi gente, tengo un blog donde voy dando la murga con mis obsesiones y paranoias y pertenezco a más de 20 o 30, qué se yo, grupos de facebook; por qué mis profesores no hacen nada para que todo ello se integre en sus asignaturas. Bueno, para ser justos, algunos sí que hacen su esfuerzo y montan un blog de la asignatura; pero… hay tanto por hacer!!
Cuánta información disponible en la red que aumentaría mi conocimiento a un solo click de distancia. La red podría ser la extensión infinita de las limitadas pareces de mis clases. Existen miles de posibilidades de completar nuestra formación, por ejemplo, con una sencilla comunidad digital que nos ayudara a que los alumnos colaborásemos entre nosotros.
Con ello, no digo que lo más importante sea el entorno digital; nada de eso, sé perfectamente que la magia de la arquitectura se transmite cara a cara, y todavía mejor entregándome a las lecciones que la propia arquitectura, en vivo y en directo, nos brinda. Soy consciente de ello, pero hibridar ambos mundos es posible y además muy barato ¡perfecto para los tiempos de crisis!
Sin embargo, en vez de animarnos a colaborar entre nosotros, se siguen empeñando en enseñarnos a competir. Los codazos y los enchufes serán el pan nuestro de cada día en el “mundo real”, pero yo quiero un mundo más humano en el que las sinergias sean ese alimento de cada día. Tantas cosas… y seguro que pensareis tanta inocencia!!
Aun así, seguiré soñando con una escuela sin profesores subidos en la tarima, soltándonos chapas de dos horas sin descanso. Seguiré soñando con profesores que me hablen de los mejores blogs de arquitectura en vez, del Croquis y demás. Seguiré soñando con trabajar como arquitecto, sin tener que ser por fuerza un falso autónomo; si para ello tengo que irme a la China, pues, muy a mi pesar, me iré. Seguiré soñando con profesores que además de ser buenos arquitectos, sean buenos docentes y consignan ilusionarme hasta si me hablan de los límites de Atterberg!
Quizás sea mucho soñar, pero si no sueño muero.
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Soy estudiante de arquitectura, un estudiante sin nombre, porque, aquí y ahora, cómo me llamo no es importante. Creo que mis palabras representan a muchos estudiantes de arquitectura y eso sí que es  más importante. Para más datos, estoy en tercero y, tengo que reconocer que, el bicho de la arquitectura ya se ha apoderado de mí.
Hoy, hemos recibido el enunciado de un nuevo proyecto.  Y ¿de qué se trata? Pues de realizar un museo de arte contemporáneo. Sí, como lo oís. ¿Un museo?! El mismo enunciado que hace 10 años y que hace 20… triste ¿no? Los tiempos cambian, la crisis pone patas arriba el sistema y a la arquitectura (y los arquitectos) la deja temblando, pero, en la asignatura de proyectos, seguimos pensando en museos.
Como digo son ya tres años de carrera y gracias a ellos he empezado a saborear la esencia de la arquitectura; veo el mundo distinto y, para mal o para bien, el mundo me ve distinto a mí. La mayoría de los que leeréis esta carta seguramente seréis arquitectos y bien me comprendéis si os hablo de largas noches de entrega, de profesores con el ego desbocado, de los planes que realizan mis amigos de otras facultades y que, ya, ni se molestan en contarme. Pero no quiero hablar de ello; hoy quiero quejarme. Sí ¡leches! quejarme por la desconexión de la escuela con la realidad. La universidad es como un inmenso elefante, cuyos movimientos son lentos, lentísimos, y  no se recicla de ninguna manera. Algunos diréis que la universidad no tiene que estar a expensas del “mercado”, pero esto ya se pasa de castaño oscuro.
También es cierto que, dentro de ella, tenemos la suerte de tener profesores, sobre todo jóvenes, que nos tratan con respeto y que nos ilusionan con sus asignaturas. Éstos, por lo que nos cuentan, tienen un pie dentro y otro fuera; están pendientes de rollos de certificaciones académicas y no sé que historias. De esta forma, no son los mejores profesores los que tienen el puesto asegurado; sorprendentemente, por lo menos para mí, son los que peor lo hacen ¡De locos! Éstos últimos viven en su torre marfil, inmunes a la realidad y a la crisis, pensando que todo puede seguir siendo como fue.
Muchos dicen que sobran escuelas de arquitectura y seguro que no les falta razón. Pero también es cierto que los que estamos dentro queremos tener opciones de ser arquitectos. Ya es tarde para echarme atrás, esto me gusta, y mucho. Sé que no hay trabajo, que la sociedad nos ve como nos ve, pero a mi nadie me puede impedir querer se arquitecto; es mi vida y lo va a ser para siempre. Quizás, peque de ingenuidad, pero es lo que toca con mi edad, pensar que puedo, que podemos, cambiar el mundo. La arquitectura es un servicio y yo soy un servidor. Algo más grande que yo está en marcha y quiero formar parte de ello.
Tal vez, muchos de vosotros dejasteis de soñar, pero no es justo que yo no tenga derecho a seguir soñando. Porque esta es, a pesar de todo, una carrera de sueños.  Sueños encontrados y sueños por encontrar. Un mundo mejor es posible y la arquitectura tiene mucho que decir en todo ello.
También es cierto que soy de otra generación; soy un nativo digital. A lo mejor a algunos os suena raro, pero es así. Esto no me preocupa, para mi es normal, es como ser rubio o moreno; lo que me preocupa es la brecha digital que existe. La gran mayoría de quienes toman las decisiones en esta escuela pasan olímpicamente de esta realidad. No les interesa entender que el mundo ha cambiado y que nosotros, los usuarios de estas aulas, nos merecemos unas clases adaptadas a la realidad.  Si me despierto tuiteando, me comunico desde Tuenti con mi gente, tengo un blog donde voy dando la murga con mis obsesiones y paranoias y pertenezco a más de 20 o 30, qué se yo, grupos de facebook; por qué mis profesores no hacen nada para que todo ello se integre en sus asignaturas. Bueno, para ser justos, algunos sí que hacen su esfuerzo y montan un blog de la asignatura; pero… hay tanto por hacer!!
Cuánta información disponible en la red que aumentaría mi conocimiento a un solo click de distancia. La red podría ser la extensión infinita de las limitadas pareces de mis clases. Existen miles de posibilidades de completar nuestra formación, por ejemplo, con una sencilla comunidad digital que nos ayudara a que los alumnos colaborásemos entre nosotros.
Con ello, no digo que lo más importante sea el entorno digital; nada de eso, sé perfectamente que la magia de la arquitectura se transmite cara a cara, y todavía mejor entregándome a las lecciones que la propia arquitectura, en vivo y en directo, nos brinda. Soy consciente de ello, pero hibridar ambos mundos es posible y además muy barato ¡perfecto para los tiempos de crisis!
Sin embargo, en vez de animarnos a colaborar entre nosotros, se siguen empeñando en enseñarnos a competir. Los codazos y los enchufes serán el pan nuestro de cada día en el “mundo real”, pero yo quiero un mundo más humano en el que las sinergias sean ese alimento de cada día. Tantas cosas… y seguro que pensareis tanta inocencia!!
Aun así, seguiré soñando con una escuela sin profesores subidos en la tarima, soltándonos chapas de dos horas sin descanso. Seguiré soñando con profesores que me hablen de los mejores blogs de arquitectura en vez, del Croquis y demás. Seguiré soñando con trabajar como arquitecto, sin tener que ser por fuerza un falso autónomo; si para ello tengo que irme a la China, pues, muy a mi pesar, me iré. Seguiré soñando con profesores que además de ser buenos arquitectos, sean buenos docentes y consignan ilusionarme hasta si me hablan de los límites de Atterberg!
Quizás sea mucho soñar, pero si no sueño muero.
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Soy estudiante de arquitectura, un estudiante sin nombre, porque, aquí y ahora, cómo me llamo no es importante. Creo que mis palabras representan a muchos estudiantes de arquitectura y eso sí que es  más importante. Para más datos, estoy en tercero y, tengo que reconocer que, el bicho de la arquitectura ya se ha apoderado de mí.
Hoy, hemos recibido el enunciado de un nuevo proyecto.  Y ¿de qué se trata? Pues de realizar un museo de arte contemporáneo. Sí, como lo oís. ¿Un museo?! El mismo enunciado que hace 10 años y que hace 20… triste ¿no? Los tiempos cambian, la crisis pone patas arriba el sistema y a la arquitectura (y los arquitectos) la deja temblando, pero, en la asignatura de proyectos, seguimos pensando en museos.
Como digo son ya tres años de carrera y gracias a ellos he empezado a saborear la esencia de la arquitectura; veo el mundo distinto y, para mal o para bien, el mundo me ve distinto a mí. La mayoría de los que leeréis esta carta seguramente seréis arquitectos y bien me comprendéis si os hablo de largas noches de entrega, de profesores con el ego desbocado, de los planes que realizan mis amigos de otras facultades y que, ya, ni se molestan en contarme. Pero no quiero hablar de ello; hoy quiero quejarme. Sí ¡leches! quejarme por la desconexión de la escuela con la realidad. La universidad es como un inmenso elefante, cuyos movimientos son lentos, lentísimos, y  no se recicla de ninguna manera. Algunos diréis que la universidad no tiene que estar a expensas del “mercado”, pero esto ya se pasa de castaño oscuro.
También es cierto que, dentro de ella, tenemos la suerte de tener profesores, sobre todo jóvenes, que nos tratan con respeto y que nos ilusionan con sus asignaturas. Éstos, por lo que nos cuentan, tienen un pie dentro y otro fuera; están pendientes de rollos de certificaciones académicas y no sé que historias. De esta forma, no son los mejores profesores los que tienen el puesto asegurado; sorprendentemente, por lo menos para mí, son los que peor lo hacen ¡De locos! Éstos últimos viven en su torre marfil, inmunes a la realidad y a la crisis, pensando que todo puede seguir siendo como fue.
Muchos dicen que sobran escuelas de arquitectura y seguro que no les falta razón. Pero también es cierto que los que estamos dentro queremos tener opciones de ser arquitectos. Ya es tarde para echarme atrás, esto me gusta, y mucho. Sé que no hay trabajo, que la sociedad nos ve como nos ve, pero a mi nadie me puede impedir querer se arquitecto; es mi vida y lo va a ser para siempre. Quizás, peque de ingenuidad, pero es lo que toca con mi edad, pensar que puedo, que podemos, cambiar el mundo. La arquitectura es un servicio y yo soy un servidor. Algo más grande que yo está en marcha y quiero formar parte de ello.
Tal vez, muchos de vosotros dejasteis de soñar, pero no es justo que yo no tenga derecho a seguir soñando. Porque esta es, a pesar de todo, una carrera de sueños.  Sueños encontrados y sueños por encontrar. Un mundo mejor es posible y la arquitectura tiene mucho que decir en todo ello.
También es cierto que soy de otra generación; soy un nativo digital. A lo mejor a algunos os suena raro, pero es así. Esto no me preocupa, para mi es normal, es como ser rubio o moreno; lo que me preocupa es la brecha digital que existe. La gran mayoría de quienes toman las decisiones en esta escuela pasan olímpicamente de esta realidad. No les interesa entender que el mundo ha cambiado y que nosotros, los usuarios de estas aulas, nos merecemos unas clases adaptadas a la realidad.  Si me despierto tuiteando, me comunico desde Tuenti con mi gente, tengo un blog donde voy dando la murga con mis obsesiones y paranoias y pertenezco a más de 20 o 30, qué se yo, grupos de facebook; por qué mis profesores no hacen nada para que todo ello se integre en sus asignaturas. Bueno, para ser justos, algunos sí que hacen su esfuerzo y montan un blog de la asignatura; pero… hay tanto por hacer!!
Cuánta información disponible en la red que aumentaría mi conocimiento a un solo click de distancia. La red podría ser la extensión infinita de las limitadas pareces de mis clases. Existen miles de posibilidades de completar nuestra formación, por ejemplo, con una sencilla comunidad digital que nos ayudara a que los alumnos colaborásemos entre nosotros.
Con ello, no digo que lo más importante sea el entorno digital; nada de eso, sé perfectamente que la magia de la arquitectura se transmite cara a cara, y todavía mejor entregándome a las lecciones que la propia arquitectura, en vivo y en directo, nos brinda. Soy consciente de ello, pero hibridar ambos mundos es posible y además muy barato ¡perfecto para los tiempos de crisis!
Sin embargo, en vez de animarnos a colaborar entre nosotros, se siguen empeñando en enseñarnos a competir. Los codazos y los enchufes serán el pan nuestro de cada día en el “mundo real”, pero yo quiero un mundo más humano en el que las sinergias sean ese alimento de cada día. Tantas cosas… y seguro que pensareis tanta inocencia!!
Aun así, seguiré soñando con una escuela sin profesores subidos en la tarima, soltándonos chapas de dos horas sin descanso. Seguiré soñando con profesores que me hablen de los mejores blogs de arquitectura en vez, del Croquis y demás. Seguiré soñando con trabajar como arquitecto, sin tener que ser por fuerza un falso autónomo; si para ello tengo que irme a la China, pues, muy a mi pesar, me iré. Seguiré soñando con profesores que además de ser buenos arquitectos, sean buenos docentes y consignan ilusionarme hasta si me hablan de los límites de Atterberg!
Quizás sea mucho soñar, pero si no sueño muero.
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lunes, 12 de enero de 2015

Carta a un profesor

Este mensaje no va dirigido a nadie en particular, sino a todo el colectivo de profesores de proyectos de la escuela. Desde hace algún tiempo estáis diciendo que nuestros cursos no tienen un nivel como el de años anteriores. Quizás sea que somos hijos de bolonia, y por tanto no tenemos tanto nivel como los licenciados, es lo que tienen las carreras diferentes, que salen alumnos diferentes aunque los profesores no cambien. 

Pero bueno, no quiero discutir de planes de estudio ni de cosas por el estilo, es más no quiero discutir para nada. Esto es solo un apunte de como seria para mi un profesor de proyectos utópico. De ningún modo estoy criticando a los profesores de forma personal, si no en todo caso la manera de dar clase que tienen la mayoría. 

Para empezar, es muy difícil atender a dos personas que hablan a la vez. Y con esto me refiero a que no creo que el sistema actual de 50 alumnos y dos profesores juntos sea la mejor manera de dar esta asignatura. En muy pocos casos he encontrado parejas de profesores que funcionen completamente coordinadas. Y no es por desprestigiar el tener varios puntos de vista, es simplemente que los estudiantes nos posicionamos por norma general con el profesor que más se acerque a nuestro propio punto de vista. Y al final salen bandos enfrentados. 

Y si los dos profesores tienen el mismo punto de vista, es decir, que están perfectamente sincronizados, ¿Por que pago a dos profesores que me dicen exactamente lo mismo? Para eso me quedo solo con uno. Porque si se da el caso de que sean amigos y se cubran las espaldas el uno al otro, yo pierdo. Y si aun siendo amigos uno de los dos es el líder de la pareja y el otro entra poco más que para hacer unas pocas aportaciones, pierdo yo. 

Por eso, yo creo que si hay cuatro profesores en cada asignatura de proyectos, cada uno debería tener su propio grupo, aunque los proyectos sean iguales. Pero por supuesto no grupos creados por lista, a esos compañeros que tengo en la lista les tengo muy vistos. Oh! entonces habría profesores que no tendrían ningún alumno o muy pocos... Quizás es que los profesores son los primeros que deben generar interés en la asignatura, ofreciendo proyectos interesantes y compitiendo entre ellos para ver quien tiene más alumnos, síntoma claro de que es él mejor o al menos él más querido. 

Porque si nosotros debemos ser competitivos, ¿porque vosotros no? Os estamos pagando por una enseñanza de calidad y lo único que nos dais en ocasiones son clases y clases de correcciones que no aportan nada a nuestros proyectos. Luego os quejáis de que nadie va a clase y para solucionarlo, ponéis entregas adicionales, que en lugar de enriquecer nuestro proyecto le quitan tiempo de trabajo. 

Por Dios, tenéis 25 o 20 jóvenes mentes deseando aprender durante cuatro horas seguidas cada semana. ¿Solo se os ocurre sentarlos a ver los trabajos de sus compañeros y a racanear alguna que otra referencia de arquitectos ya muertos? Mies mola mucho, pero ya no encaja en ninguna sociedad actual.

Poner esas mentes a trabajar, somos jóvenes y las hormonas controlan la mayoría de nuestras acciones. Ponernos retos de verdad, que podamos realizar. Y en lugar de ser los críticos más odiados de arquitectura, poneros el mono y dibujar con nosotros. Ayudadnos a conocer nuestros proyectos comparandolos con los que se están realizando ahora mismo. Y así, no solo saldremos ganando los alumnos, sino que vosotros también aprenderéis y seréis mejores profesores.

Viajar con nosotros, no pongáis solo que es obligatorio ir al solar donde tenemos que construir. Preguntarnos por nuestras inquietudes y comentarnos las vuestras, solo así se me ocurre que podamos resolvernos nuestras dudas mutuamente. Por favor, no os centréis en ser los malos de la película. Queremos compañeros, no enemigos.

No es tan difícil llevar esto a una clase, en serio que os lo digo. Mi mayor ilusión seria salir de una clase de proyectos, con varias hojas de monos de mi proyecto, no solo realizados por mi, si no por mis compañeros, entre los que tendría que incluirse el profesor. Dos clases de 4 horas cada una, son 8 horas y teniendo 20 alumnos puedes dedicarle a cada proyecto  24 minutos, tiempo más que suficiente para que en dos semanas cada alumno tenga su proyecto claro, y que no haya que perder el tiempo con cosas como planos de ubicación porque ninguno de tus compañeros sabe donde estas construyendo.

De esta forma, todos los alumnos y el profesor se ven implicados en mayor o menor medida en el proyecto. Y si los profesores conocéis los proyectos desde el principio y como han ido evolucionando en clase, la entrega final se corregirá en pocos minutos, básicamente en lo que tardas en recordar el proyecto en cuestión. 

Porque proyectos tiene que hacerse y corregirse a la vez, es una tontería hacer muchas veces el mismo trabajo porque tienes que ir cambiando de sitio las bajantes del edificio. Y sobre todo, nunca hay que decir que no a un alumno. Algunos solo tienen problemas para expresar su idea, pero las ideas llevan siempre una reflexión interna, que no sois quien para negar rotundamente sin conocerla. 

En definitiva, no queremos ogros en clase que solo vean lo que dibujamos mal porque aun no hemos dado las asignaturas correspondientes. Queremos, o al menos yo lo quiero, un profesor que sea mi compañero de viaje y que me ayude a llevar adelante mi propio proyecto, ya que es eso lo que hacemos una vez salimos de la escuela. 


domingo, 11 de enero de 2015

Entrega 12-1-15


Bocetos de proyectos anteriores reordenados









Trabajo realizado estas Navidades

Durante estas navidades he estado creando la plataforma digital PLAN A Arquitectura junto a un compañero de la escuela. Esta plataforma sera ademas usada para promocionar el curso que ambos impartiremos en el segundo cuatrimestre en Alcalab_Fab, la empresa de la UAH de impresión 3D y corte CNC.

http://planaarquitectura.blogspot.com.es/

https://twitter.com/PlanAarq

https://www.facebook.com/planaarquitectura

lunes, 5 de enero de 2015

Hitos nocturnos modernos

Edificios que fueron proyectados pensando en su iluminacion nocturna.




 















http://arquitecturaideal.com/20-obras-de-arquitectura-que-resucitan-por-la-noche/